martes, agosto 29, 2006

Recuerdos del '55 (2)

NATALIO ACHER

Nació el 5 de agosto de 1934 en el popular barrio de Barracas (Cap. Fed) – Está casado y tiene 3 hijos.

De oficio electricista, trabajó siempre en forma independiente, pues nunca quiso tener patrón ni empleo público.

Militancia en el Peronismo


A los 17 años Natalio Acher se une a la Juventud Peronista con amigos de Barracas. Con el grupo saca un pequeño periódico impreso en mimeógrafo llamado “El Lidercito”.

En 1955 lo incorporan al servicio militar destinándolo como enfermero al Batallón de Agua Motorizado, en Campo de Mayo, dependiente de la Escuela de Ingeniería.

En las primeras horas de la madrugada del 21 de setiembre de 1055 el batallón estaba formado, esperando ver cómo se desarrollaban los acontecimientos del golpe militar. Natalio rompe la formación y enfrentando al jefe, mayor José María Arredondo, le grita: “¿Qué estamos esperando para salir a defender al gobierno constitucional?”. Inmediatamente lo encierran 90 días en un calabozo y lo someten a proceso.

Lo pasan a la clase 1956. Vuelve a trabajar en la enfermería y al poco tiempo le dan permiso para salir todos los días pero volviendo a dormir al batallón. Aprovecha para trabar nuevamente contacto con el grupo de amigos, ya en la Resistencia y reinician la publicación de “El Lidercito”. En esas andanzas sufre un grave accidente de tránsito y debe pasar casi dos meses internado en el Hospital Militar de la Avenida Luís María Campos para retornar luego a la enfermería del batallón.

Aun estando bajo bandera y convaleciente, y sin recibir noticias nunca del proceso por haber roto fila e increpado al jefe del batallón ante toda la tropa, vuelven a acordarle los permisos de salida y trabaja en los preparativos de la rebelión del General Valle del 9 de junio. Aquella noche, el grupo Barracas es citado para un encuentro en Lanús, donde recibiría instrucciones operativas, pero el contacto no llega y regresan horas después. Por esa razón no cumple la obligación de presentarse a dormir durante tres noches al batallón. Ya lo consideraban “desertor”, cuando interviene en su favor el subteniente médico Isaac Kraitman, aduciendo que había estado en la enfermería.

Al fin, el 11 de julio de 1956 le dan la baja. De inmediato se reincorpora a la Resistencia.

En octubre de 1956 es detenido con varios compañeros, delatados por un infiltrado llamado José Luís Cora, vinculado a grupos clericales de los Comandos Civiles. Estuvo unos días en el Departamento Central de la Policía Federal y luego lo pasaron a la cárcel de Caseros. Como no reconoció ningún cargo ni habían pruebas contra él, pocos días antes de la Navidad de aquel año es puesto en libertad. Y el 24 de diciembre sus compañeros de pabellón recibieron un gran paquete con pan dulce y otros obsequios de Natalio.

Otra vez Acher retornó a la Resistencia militando en la FAP y luego en Montoneros, grupo éste del que se desvinculó poco después por diferencias ideológicas.

El compañero Natalio, asiduo lector, a los 72 años de edad sigue siendo un admirado difusor del pensamiento nacional del General Perón.

Tal fue siempre la actividad militante de este compañero solidario y generoso, que un día recordando su juventud reconoció, sin lamentarlo, que no había tenido tiempo para aprender a bailar. A su compañero de prisión, bastante mayor que él, se le humedecieron los ojos.



Enrique Oliva

viernes, agosto 04, 2006

Recuerdos del '55

También nosotros, en 1955 tuvimos que cambiar de nombres, ocultar nuestra identidad, hablar por señas como los sordomudos. La delación era la industria mas poderosa que había levantado la Libertadora. La ciudad tenía orejas enormes y los que andábamos por las calles no podíamos decir nuestros nombres pues todos teníamos captura recomendada y el país entero estaba a las órdenes del Poder Ejecutivo. Y entonces para escapar a la captura, para burlar a la policía y para guardar nuestro secreto, todos los que andábamos en la lucha cambiamos de nombre como los cuatro jinetes de la epopeya. Tuvimos que abandonar nuestros hogares, esconder nuestra identidad y llamarnos por nombres supuestos. Así yo, por ejemplo, me llamaba Salvador Moreno. Por qué Salvador Moreno? Porque cuando ya la policía estaba a las puertas de mi casa, un vecino y amigo, Adolfo Romano, me entregó una llave y un plano de una casita que tenía en Moreno y me dijo "Váyase, váyase; allí cerca hay un amigo que se llama Adolfo Rallo .... Allí la pasará bien; no se entregue a estos degenerados..." Y tenía razón Romano; me fui a Moreno y Moreno me salvó; de ahí mi nombre de clandestinidad, Salvador Moreno. Cuando pude entrar a la ciudad y recorrer de incógnito sus calles, un día me encontré con un gran amigo que escondía su incógnito detrás de unos lentes ahumados. Verlo y emocionarme fue todo uno; con él habíamos luchado en la Cámara de Diputados y en varios entreveros. Yo hubiera querido gritar su nombre en aquellos momentos; pero me acordé que toda la ciudad era orejas y delación y ojos que se abrían desmesurados. Tomé las debidas precauciones. Me acerqué, casi distraídamente, le toqué el brazo y le dije: Soy Salvador Moreno, y Ud...cómo se llama? Amado olmos-que éste era el amigo- me miró sonriendo, me reconoció en el acto y me dijo: "Yo soy Loreto, mucho gusto!"- "El gusto es mío, Loreto"... y nos estrechamos las manos en un cordial apretón.Desde entonces anduvimos juntos en reuniones clandestinas; él proyectando huelgas y levantamientos, revolucionario como era, yo, escribiendo versos y panfletos, poniendo mi parte en la revolución que pensábamos hacer. Nuestra amistad se acrecentó en ésa época y agrandamos el círculo de nuestros amigos. La amistad en esas circunstancias tiene algo de místico y sagrado. El amigo se juega por el amigo. Los mejores amigos, que aún conservo, los hice en aquella época. Y creo que para siempre.Recuerdo que de Moreno pasé a Malaver, recomendado a otro amigo que no me conocía, pero que cuando nos saludamos me dio la impresión que nos conocíamos de siempre. "Quique", le decíamos familiarmente y su nombre verdadero es Héctor González del Solar Hernández, quien resultó ser nieto carnal de Martín Fierro, pues la madre de "Quique" fue doña Isabel Hernández, la hija mayor de José Hernández. Qué me cuentan? No es providencial?... Los nietos espirituales de Martín Fierro llegábamos por esos vericuetos de la historia al "rancho" del nieto sanguíneo y a la vez espiritual de José Hernández. Porque "Quique" es criollo en sangre y alma. Nos identificamos de tal manera que su casa era mi casa y la casa de mis amigos. Vivía él en calle Paraguay, cerca del Bajo, y aquella residencia suya era nuestro punto de reunión en la noche larga de la proscripción sin nombre...Allí llegábamos burlando la vigilancia policial, Amado Olmos, Rafael Mario Coronel, Carlitos Soldani, algunos militares dados de baja y muchos otros que andaban sin techo... Allí velábamos (a veces literalmente, a la luz de una vela) y echábamos un trago de ginebra para sobrellevar nuestros sinsabores. Luego vino la conexión con otros grupos y con otros compañeros que conspiraban por su parte: Andrés Framini, Raúl Lagomarsino, el "viejo" Carnaglia; y especialmente con otros muchachos de Sanidad que estaban en permanente contacto con Olmos, tales como Claverie, Otto Calace, EduardoSeverino, Diego Centurión, que supieron mantenerse unidos, y gracias a lo cual recuperaron el gremio ni bien se presentó la primera oportunidad de una elección .....¡votos sobraron! Desde aquel entonces viene mi amistad con los muchachos de Sanidad, a cuyas filas me honro en pertenecer.

MIGUEL TEJADA
"MARTÍN FIERRO Y NOSOTROS LOS TRABAJADORES ARGENTINOS" Bs. As. 1972